miércoles, 29 de julio de 2009

Cualquier cosa

Es una de las mayores tendencias a la que nos enfrentamos en el día a día. Es cuasi involuntario, pero es una forma de darle una continuidad a las cosas que hacemos a menudo y progresar aunque sea en forma mediocre.
Porque digamos... Si fuésemos a intentar hacer las cosas recién una vez que estamos en el pleno funcionamiento óptimo de nuestras funciones, todavía estariamos haciendo nuestras necesidades en orificios roñosos, con hamsters a modo de papel higiénico y resolviendo nuestras diferencias a golpes secos de botella de licor tres hermanos. Mas o menos como pasar el día de la primavera en Parque Roca.
Es por eso que directamente cuando nos piden terminar un proyecto, trabajo, pensamiento, obra de arte, leche chocolatada o edificio de 20 pisos, lo completamos como mejor nos salga, aunque no estemos en la cima de nuestra capacidades. Provocando tal vez que nos despidan, escupan sobre nuestro cuadro, alguien se envenene con una leche chocolatada pasada de la su fecha de vencimiento o mueran algunos cientos de personas al derrumbarse nuestro edificio... Pero el trabajo está hecho. Como hizo Sarmiento, que mandó a pintar la casa de gobierno de rosa porque era la única pintura que había en ese momento (todos los días se aprende algo nuevo, ¿vieron, niños?), y hoy por hoy como verán somos un país del primer mundo, con rampas para sus discapacitados, inclusión social y repleto de oportunidades para todos.

Esa es la única razon por la que estoy haciendo este posteo.

Al fin y al cabo pensaba publicar cualquier cosa.

Desatentamente: Elías Alejandro Fernández

domingo, 26 de julio de 2009

De los enamorados y su obstinación contra el hecho de perder

Entre las tantas características que definen a una persona enamorada, no podemos dejar de mencionar aquella obstinación, casi podríamos decir "desesperación" que tienen por ganar. O más que al hecho de ganar deberíamos referirnos al hecho de "no perder". Recordemos que una de las características del amor de pareja es que éste mismo suele ser egoísta, y que es muy raro que una persona enamorada ande con una cara de feliz cumpleaños pensando que la persona que tanto ama ya va por el 18º orgasmo de la noche con otra persona; y que a la frase "si, yo quiero que sea feliz" siempre se le agrega un implícito "pero gracias a mí" en el fondo de nuestros pensamientos. Si, admitanlo.
Entonces, una persona enamorada va a hacer todo lo posible por no perder. Más que nada porque el objeto de su deseo es uno de los bienes más preciados que posee (o en uno de estos múltiples desgraciados casos no posee).
Incluso cuando ya todo está perdido, cuando ésa persona no le pertenece, lo repele, le escupe en la sopa, o peor aún: lo ignora (el peor castigo que se le puede dar a un/a enamorado/a), el embelesamiento propio del amor, que muchas veces tiene demasiado de obsesivo, pondrá en marcha un sentimiento muy contraproducente: La esperanza, que es una simple extensión de la condena a la que se está sometido.
Una persona enamorada, entonces, hará todo lo posible por ganar un juego que ya no se está jugando más. Seguirá pateando tiros libres contra un arco sin arquero ni barrera, y sin compañeros de equipo. Seguirá apurandose para llegar primero a un mostrador en el que no hay nadie, y pegará afiches de campaña durante meses e incluso años después de haber perdido las elecciones.

Por eso es que es tan útil para un enamorado frustrado el hecho de poder darse cuenta de cuando el juego acabó, y ya no hay nada que hacer.

Desatentamente: Elías Alejandro Fernández

viernes, 24 de julio de 2009

El mundo de los por qué. Hoy: "¿Por qué cuando nos vamos de un lugar tenemos la sensación de olvidarnos de algo?"

Sensación recurrente. Así nos estemos retirando de un local de comidas rápidas, un bar, un velorio, una aventura sexual en un ferrocarril abandonado o un recital de Fratello Metallo, no podremos evitar la extraña sensación de que algo de lo que nos acompañó en el viaje hasta ése lugar no se retira con nosotros.

Revisamos detenidamente nuestras pertenencias, corroborando que tenemos todo en su lugar (aunque posiblemente después de lo del ferrocarril abandonado los habitantes del mismo hayan podido haberse quedado con alguna de nuestras prendas, exceptuando nuestra ropa interior, que ha sido declarada por la ONU como "arma química de uso civil"). Pero la sensación no nos abandona.

Hoy, tras retirarme de un local de comidas rápidas con un par de amigos, la mezcla de café puro con papas fritas y mayonesa activó mi glandula de filosofía barata, y tuve una "revelación".

¿No será que la sensación de creer que nos olvidamos de algo es más bien un deseo?
¿No será que lo que realmente deseamos es estar olvidándonos de algo que no tenemos?

Es como cuando extrañamos, pero no sabemos exactamente qué cosa. Probablemente lo que pasa es que ansiamos extrañar algo, o a alguien.

Queremos llegar más allá de lo que realmente somos, o tener algo más de lo que tenemos.

O posiblemente la sensación de extrañar o de perder algo haya quedado impresa en nuestras mentalidades y nos angustie cada tanto para evitar que perdamos algo que queremos retener. O en ocasiones todo lo contrario (y esto es más extraño), la sensación de extrañar a algo o a alguien pero saber que algún día lo tendremos es tan dulce (por más que sea a veces desesperante) que nuestro cerebro recrea esa sensación.

*Se detiene un segundo para contemplar al público, que lo observa jugueteando con cascotes en sus manos, pasándolos de mano a mano o haciéndolos rebotar en sus palmas*

Ok... Pueden pedir el reintegro de las entradas en boletería. Gracias por venir y escuchar.

Fué una producción de "Filosofía barata & Co."

Desatentamente: Elías Alejandro Fernández

miércoles, 22 de julio de 2009

¡Que no estas gorda te dije!

A ustedes, hombres, engendros con mucho bello y actitud ruda, al igual que cierta suegra que tuve en mi haber, les habrá sido familiar la siguiente situación:

Rigoberto: -Que linda que sos...
Cinthia: -Jajaja... eso le dirás a todas...
-Jaja, no, en serio, sos muy linda
-¿Seguro? Pero mirá, estoy muy gorda...

Está muy gorda. Bien. Por más que tal vez con el abdomen de esta chica podamos tranquilamente planchar 3 quilos de ropa recién secada al sol y hasta jugar una partida de ajedrez sobre él, quiero que sepan, queridos lector y lectora, que este pensamiento es casi irreversible, y que nos mantendrá mínimo unos 30 minutos dándole vueltas al asunto.

No sé que es lo que tienen las mujeres que se ven gordas. Más allá de esa especie de tic nervioso que he observado que tienen, comprobando que el 98% no puede resistir peinarse, sacar cola, posar, hacer trompita o hacer un millón de boludeces más frente a un espejo cada vez que lo ven, es una especie de obsesión con la figura que las lleva a muchas de ellas (sobre todo las que tienen baja autoestima o son demasiado perfeccionistas) a lamentarse de su condición física de obesas, por más que estén mas buenas que comer pollo con la mano.

Chicas, déjenme decirles algo: No nos gustan las mujeres sin gomas, por empezar, así que por favor mantengan algo de carne en sus cuerpos. Y no nos apetece hacer el amor con armarios, columnas y demás objetos rectilíneos, cuasi rectangulares, así que dejen de querer bajar de peso, por favor.

No digo que se pongan gordas al punto de bajar las escaleras rodando cual roca gigante de Indiana Jones. Si están realmente excedidas de peso, lo mejor para su salud y su apariencia estética, es bajar algunos quilos. La obesidad es una enfermedad muy grave, discriminada y mal tratada, sobre todo en este país. Pero la sociedad tiene una enorme tendencia a destacar a las mujeres escuálidas. Repitan conmigo: Flacas no: Escuálidas. ¿Lo Repitieron? Que bueno, ya los tengo en la palma de mi mano, haciendo hacerles las mayores giladas que se me vengan a la cabeza. Pero más allá de eso, debo decirles que el modelo machista y flaquicista (como verán amo inventar palabras) que impone nuestra sociedad lleva a muchas a esa obsesión insana. ¿Quieren irse a casos extremos? Busquen la palabra "princesas" en google. Ok, se los adelanto, nomás porque hoy tengo sueño y me agarrarron bueno. Así es como se denominan a sí mismas las anoréxicas.

No estoy diciendo que todas o muchas lleguen a esos extremos, pero la tendencia empuja siempre para ése lado. Y básicamente me pudre que chicas hermosas salten de repente con que están gordas, que tienen los muslos flaccidos, que tienen que bajar de peso (flaca, medís 1,73 y pesas 52 quilos, si te llego a pedir que me sostengas una pileta de lona salís volando, ¿cuanto mas querés bajar?), que tienen la panza hinchada, que etc etc etc...

Publicidad, mercado, competencia... Ahí tienen a los que lo propician.

Es cuestión de salir de los estereotipos.

Bueno, me cansé, me voy a dormir

Desatentamente: Elías Alejandro Fernández

martes, 21 de julio de 2009

Ocho pasos

Primer paso: Enfádese todo lo que necesite enfadarse. Descárguese de las mil maneras que precise.

Segundo paso: Acepte que el pasado ya no volverá.

Tercer paso: Sea buen perdedor. Retírese con la cabeza en alto y sin difamar, a menos que sea para defenderse o dar explicaciones.

Cuarto paso: Abra las ventanas y vuelva a comer. Busque a los amigos que le quedan.

Quinto paso: Sé que esto es difícil. Pero perdone a quien tanto mal le hizo. Perdone, dije. No olvide.

Sexto paso: Corte todas las conexiones que le quedan con esa persona.

Séptimo paso: Comience de una vez por todas con la ardua tarea del olvido.

Octavo paso: Recupere la movilidad y apertura de su mente de a poco.

lunes, 20 de julio de 2009

Intruders would be shot

Los intrusos podrían ser baleados. Están advertidos. No todo lo que pueda llegar a poner acá les va a caer bien, sobre todo tratándose de un arrollado de dulce de leche con mayonesa y un Halcón Peregrino recién muerto en su interior mientras ven una película porno llamada "Gerardo Sofovitch contra E.T."
Pero el sacrificio de mentes humanas vale la pena. Necesitaba tener un nuevo espacio en blogger, después de mi ya extinto "Intento de vida normal número...", que tan amablemente googlearán, porque asumo que son personas responsables, interesadas y un poco menos vagas que el que les escribe estas líneas. Si, ya lo sé, hacer un link no cuesta nada, pero soy un bicho rastrero, que quiere que sus lectores se muevan un poco, perdiendo el 99.9% de mi público en este instante, sin saber si por culpa mía o de Lisoform. En fin, querida bacteria, usted escuchará mis súplicas de joven apasionado, desilusionado, demencialmente delirante y... Oh... Está bien... Tenían que pasarle kerosenne al blog justo hoy. Ya empezaron con los atentados.

En fin... Sin más gente a la que hablarle, me retiro.

Desatentamente: Elías Alejandro Fernández

Por lo pronto, señora, ya sabe a quién llamar si el nene no quiere tomar la sopa...